Despacio que en un club de
putas alguien con ojos color esperanza me dibujará un corazón en una servilleta
de papel sudada por el vodka y me la entregará. Muchos son los que llenaron la
papelera con el mismo rastro, el que acompañaba a las notas del pianista
anunciando hay chicas que se dejan llevar a las playas del fin del mundo. Todo
era un bostezo mientras el barman servía otra copa, una más, una más.
Saludos y gracias
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