Date un baño. Relájate y luego
tomemos algo juntos. Cuando empecemos a hablar no tratemos de adivinar quién
soporta mejor las verdades, prefiero una tormenta de mentiras que un amasijo de
aerolitos llenos de críticas destructivas. Tal vez mientras definamos con
borrones, aciertos, líneas rectas y curvas ese escenario, lo abracemos dentro
de un círculo atemporal (la casa, el número de habitaciones, la pintura, los
muebles, los pequeños detalles, elígelos tú que confío en tu buen gusto) me
preguntas como estoy. Primero pensaré... ¿No lo sientes? Ya ha dejado de
enfriar y de oler esa humedad que produce la orina del miedo.
Pero supongo, que simplemente
te diré que es uno de esos momentos donde todo lo que creemos que está
jodidamente mal, podrido, desaparece y solo queda ese espacio y tiempo en el
cual tan solo ocurren y se suceden sin orden cronológico las cosas buenas.
Saludos y gracias
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