¿Has visto alguna vez una
luciérnaga y la has sostenido entre tus manos unos breves instantes? ¿Te ha
hecho cosquillas en las palmas de la mano?, igual que ocurría cuando te
persuadía y creías que mis dedos eran pequeñas hormiguitas exploradoras que
caminaban por tu vientre, por tu espalda, por tus nalgas, por tus piernas,
abría las jaulas y te regalaba todas las noches el vuelo de los pájaros libres para
que tuvieses dulces sueños, y el resto del día era inapreciable porque éramos
exquisitamente ilusos y tan solo nos pasábamos los minutos, las horas,
esperando que llegase el momento exacto para volvernos a ver y estar juntos.
¡Qué más daba que queríamos hacer con nuestras vidas! si lo que más deseábamos
era hacernos el uno al otro sin que importarse todo lo demás. Pero supongo que
no tuvimos la suficiente fe en ello y por eso no salió bien y dejamos que nos
devorasen los bocados de realidad. Por eso es bueno creer en todo momento que
se tiene sea verdad o mentira una luciérnaga entre las manos.
Saludos y gracias
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