Me voy de aquí, al otro lado
del espejo no me volverás a encontrar, ya no será como antes, que yo me acerco
y ahí estoy reflejado, tal vez sea por cuestión de orgullo, vete tú a saber, o
de vergüenza global, como si hubiera chocado contra mi propio Iceberg, y los
cristales del espejo de la imagen creada antes de desvelarse se cayesen a cacho
y cuando los piso descalzo, charco de sangre, y que descubran que ese soy yo,
no quiero ser ese yo, mejor quedarse como Cyrano detrás de la puerta, detrás de
las palabras, y no salir a la superficie como no sea con una máscara de esas
que fingen que todo está bien, entonces, entonces, tal vez cuando me ponga a
actuar y luego me vea no sea tan terrible, aún así como no sé ni tan siquiera
si te darás cuenta, si simplemente te quedarás en el otro lado huyendo de mi huída,
o mejor dicho haciendo comedia de ella, por eso si esta semana llamas para
tomar una cerveza o cualquier coctel molotov de esos que desvirtúan la realidad
y la vuelve un lugar mejor, no estaré para contestarte porque me voy de aquí,
me voy de aquí.
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