EL APARTAMENTO Y EL BUEN HACER DE LA COMEDIA



Siempre he pensado que tanto en la vida como en el cine hay que intentar visualizar la próxima película que vamos a tener delante sin ningún tipo de prejuicios. Algo por otro lado muy difícil de conseguir, sino mírenme a mí, tantos años pregonando esto y aquello y luego en la practica la mitad de ideales y principios están arrojados en el estercolero más cercano. El caso es que ayer por la noche volví a ver “El apartamento” del gran Billy Walder, no me acordaba exactamente del argumento de la película, pero si que fui capaz de recordarme cuando fue la primera vez que la vi. Hará bastante años, quizás nos tantos pero para un servidor desde entonces han cambiado tantas cosas que parece que haya cruzado por lo menos dos charcos de ida y vuelta. En esa época vivía solo, y con los dos mejores amigos del hombre. El primero un perro llamado Hobbit del cual todos los días me acuerdo y sigo echando de menos, y el segundo el alcohol y sus variantes ya sea en litros de cerveza, en botellas de vino, Vodzkas o Whiskys con coca cola. El primero es para toda la vida, una fidelidad y un amor eterno que quizás jamás alcanzaremos a obtener de un ser humano, y a ese le traicione yo. Y el segundo tarde o temprano como te dejes engatusar por él te traiciona él a ti y te deja bastante jodido. Sino que se lo digan a mi cuerpecito que ya le he castigado más que suficiente. Es lo más parecido a hacer un pacto con el diablo. Y el caso es que fue por aquellos años en los cuales un hijoputa llamado Aznar por suerte hacía poco que había dejado de gobernar España, y cuando un maldito programa de música llamado Operación Triunfo y la condenada prensa del corazón adormilaban y anestesiaban las cabezas de ciertos sectores de la población, y daba la sensación que nadie tomaba cartas en el asunto, para que, como decía aquel. Fue en ese periodo cuando me dio por ampliar mis horizontes en el mundo del cine y adentrarme en las profundidades del llamado cine clásico, y para ello empecé a tomar nota con las películas del genuino Billy Walder, destronando el mito aquel que dice que la comedia pasa de moda como la ropa. O yo estoy chapado a la antigua, o simplemente no puedo remediar parar de reírme con algunas comedías clásicas ya sea con los hermanos Marx hasta las comedías del genio anteriormente citado. Las cuales entre ellas se encuentra la estupenda “El apartamento”. Pero cual fue mi error, mi error la primera vez que la vi, fue que no pude evitar leer e informarme sobre ella, y en todos lados hablaban de la obra maestra de Billy Walder, y claro ya por lo tanto cometí el graso error de ir con prejuicios a ver una película, y seguramente por las altas expectativas que me había creado en la cabeza en ningún momento llegue a encontrar esa obra maestra que tantos críticos especialistas en teoría en la materia, y tantos aficionados al estupendo mundo del celuloide habían consensuado de mutuo acuerdo sin haber llegado anteriormente a ningún tipo de trato. No es que me encontrara con una película mala, todo lo contrario me encontré con una buena película, con unos diálogos frescos e inteligentes, que me hicieron pasar un buen rato pero en ningún momento llegue a empatizar con sus personajes principales, y por lo tanto me falto ese algo que te lleva a subirla al séptimo cielo.

Lo cierto que no sé si es que desde entonces hasta hoy o yo he cambiado mucho, o que ahora veo cosas que antes no veía, pero el caso es que en este segundo visionado si que me he encontrado con la obra maestra de la cual hablaba todo el mundo. He empatizado hasta la medula con el gran Jack Lemon y su prodigioso papel de perdedor, y he visto cosas y detalles en la película que hace años ya sea por ofuscamiento o por falta de talento fue incapaz de percibir. Eso si he vuelto a degustar sus envidiables diálogos, tantos años después y continúan siendo sublimes no lo siguiente. Pero esta vez he visto esa critica ácida, amarga, mordaz de una sociedad que lamentablemente desde entonces hasta ahora no ha cambiado nada, incluso yo añadiría que quizás ha ido a peor. Pero todo ello traspapelado dentro del maravilloso mundo de la comedia, cuando se hace bien. Sigo pensando que es el genero más difícil de llevar a cabo. Y aderezarlo con esa pizca de esperanza, con ese tono optimista que le llega a uno hasta las entrañas y le hace sentir tan bien. Porque al fin y al cabo la película nos está diciendo que aunque la mayoría de los seres humanos estén corrompidos y sean unos fariseos aun queda bondad y esperanza en nosotros, tan solo hay que saber buscarla y dar con ella. Y que mejor motor para ello que el único motor que puede hacer que el mundo un día encuentre un lugar mejor que el que ha encontrado hasta ahora. Y dicho motor no es otro que el amor. En todas sus infinitas variantes y con todas sus imperfecciones. Sino inconmensurable la parte que ella le pregunta ¿Por qué tenemos que enamorarnos de alguien? Y él no sabe que contestarle, porque hay preguntas que jamás tendrán respuestas por más que nos empeñemos. Con ese final inolvidable el cual nos invita a que algún día retomemos las cosas por donde una vez las dejamos, ya sea una partida de cartas, o un beso que siempre quisimos dar pero que finalmente no dimos.

Saludos y gracias

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