EL ENCUENTRO

Fue un encuentro fortuito, coincidencias que escapan al entendimiento de las cosas. Recuerdo que te pedí la hora y tu me contestaste que no llevabas reloj porque te resguardabas del tiempo, querías escapar de él. Después sin previo aviso y sin meditarlo lo suficiente me encontré arriba, en tu piso, desnudándote lentamente, luego me hiciste el amor o te lo dejaste hacer, no lo recuerdo muy bien. Lo que si recuerdo es la fragancia de tus pechos, el olor musitado de tu pubis, el sabor de tus labios, el calor de tu cuerpo. Así comenzaron una serie de encuentros furtivos, siempre en tu casa, nunca quisiste conocer la mía, ahora creo que lo entiendo, pero entonces todo me resultaba confuso, pero era tan atrevido lo que hacíamos, se salía tanto de las normas, que me gustaba, nose aun que riesgo corríamos, pero tenia esa sensación que estábamos en un grave peligro y tu me protegías de él. En cierta manera llegamos a convertirnos en un triangulo equilátero, yo en una esquina, tú en la otra, y en la tercera nosotros dos. Resultaba todo tan atractivo, tan dulce que creí pensar que éramos dos puntos en el espacio predestinados a juntarse, a trazar su propia línea para tarde o temprano dar el uno con el otro, pero que ingenuo era entonces verdad...........sé que nunca resolveré esta duda, ¿pero acaso tu ya sabías desde el principio que esto no era para siempre?, cierto, sé que no fui tu títere, marioneta, o algo parecido, pero en el fondo de tu corazón sabías que algún día llamaría a tu puerta y tu no estarías para responderme porque te habrías marchado para siempre.

Ahora es cuando me doy cuenta todo lo que me querías enseñar, y yo obtuso de mí me negaba a creerlo, ahora me doy cuenta porque vale la pena querer tanto a la vida. Tu sabías sacarle el máximo provecho a cualquier momento, convertir el aburrimiento en un juego divertido, convertir el abatimiento en un salto de alegría, nunca te derrumbabas, nunca, era extraordinario estar a tú lado, me parecías una fuente de energía inagotable, y siempre de buen humor, con una sonrisa, sin miedos a nada, excepto el tiempo. Tan solo había una cosa a la cual tenías terror al tiempo. Recuerdo que cuando te forzaba hablar de él, decías que no existe, que todos estamos condenados a su engaño, que nos ha maldecido de por vida, y si se puede hay que conseguir escapar de sus garras. En cambio yo cuando te conocí, era un amasijo de miedos, fantasmas pululando por mí alrededor que no me dejaban vivir, y demonios del pasado que me derrotaban una y otra vez, no dejándome ser feliz. Siempre te pregunte que viste en mi que te hiciera subirme esa tarde a tu piso, que me desnudaras, que te desnudaras, y luego dejaras que te hiciera el amor. Y que fue lo que viste en mi para que eso se repitiera una y otra vez, sin previo aviso como la primera, y tu siempre me contestabas lo mismo, me decías que hay preguntas que mejor no responderlas nunca porque sino provocamos que la magia se pierda. Ahora después de perderte, y saber que nunca te volveré a ver, me doy cuenta que tenías razón, no merece la pena que me compadezca de mí mismo, que me transforme en un ser triste y lamentable. Esta es en cierta forma mi despedida, sé que nunca la leerás, pero es mi forma de decirte adiós para siempre. Tranquila ya no derramare ninguna lagrima más por lo nuestro, ahora lo comprendí todo, aunque tu no estés tengo que continuar disfrutando de la vida, y creer en ella, lo sé, es lo mismo que creer en mi, y la próxima vez que me enamore te prometo que la querré más de lo que te he querido a ti. Aunque eso ahora mismo me resulte imposible. Sabes, ahora comprendo porque tenías tanto miedo al tiempo, cuando me paro en mitad de la calle y contemplo al cielo azul en un día despejado, y consigo aislarme del ruido cansino de la ciudad, entiendo porque tu peor pesadilla era el tiempo.

Saludos y gracias

No hay comentarios:

Publicar un comentario