
Ahora es cuando me doy cuenta todo lo que me querías enseñar, y yo obtuso de mí me negaba a creerlo, ahora me doy cuenta porque vale la pena querer tanto a la vida. Tu sabías sacarle el máximo provecho a cualquier momento, convertir el aburrimiento en un juego divertido, convertir el abatimiento en un salto de alegría, nunca te derrumbabas, nunca, era extraordinario estar a tú lado, me parecías una fuente de energía inagotable, y siempre de buen humor, con una sonrisa, sin miedos a nada, excepto el tiempo. Tan solo había una cosa a la cual tenías terror al tiempo. Recuerdo que cuando te forzaba hablar de él, decías que no existe, que todos estamos condenados a su engaño, que nos ha maldecido de por vida, y si se puede hay que conseguir escapar de sus garras. En cambio yo cuando te conocí, era un amasijo de miedos, fantasmas pululando por mí alrededor que no me dejaban vivir, y demonios del pasado que me derrotaban una y otra vez, no dejándome ser feliz. Siempre te pregunte que viste en mi que te hiciera subirme esa tarde a tu piso, que me desnudaras, que te desnudaras, y luego dejaras que te hiciera el amor. Y que fue lo que viste en mi para que eso se repitiera una y otra vez, sin previo aviso como la primera, y tu siempre me contestabas lo mismo, me decías que hay preguntas que mejor no responderlas nunca porque sino provocamos que la magia se pierda. Ahora después de perderte, y saber que nunca te volveré a ver, me doy cuenta que tenías razón, no merece la pena que me compadezca de mí mismo, que me transforme en un ser triste y lamentable. Esta es en cierta forma mi despedida, sé que nunca la leerás, pero es mi forma de decirte adiós para siempre. Tranquila ya no derramare ninguna lagrima más por lo nuestro, ahora lo comprendí todo, aunque tu no estés tengo que continuar disfrutando de la vida, y creer en ella, lo sé, es lo mismo que creer en mi, y la próxima vez que me enamore te prometo que la querré más de lo que te he querido a ti. Aunque eso ahora mismo me resulte imposible. Sabes, ahora comprendo porque tenías tanto miedo al tiempo, cuando me paro en mitad de la calle y contemplo al cielo azul en un día despejado, y consigo aislarme del ruido cansino de la ciudad, entiendo porque tu peor pesadilla era el tiempo.
Saludos y gracias
No hay comentarios:
Publicar un comentario