DARDOS DE LA VERDAD


Hoy tengo ante mi un arma de doble filo, un arma que puede destapar la caja de pandora con sus terribles consecuencias. Se trata de los dardos de la verdad, una vez se introducen en la piel de cualquier ser humano se ve irremisiblemente obligado a decir toda la verdad, sobre aquellas preguntas que se le realicen, aunque le joda, no le queda otra elección, ¿qué que producto químico o que sustancia o que formula es lo que provoca tal shock? No tengo ni idea, ni mi importa, simplemente sé que es así, y lo mejor de todo sé que funcionan. Ahora bien, tengo ante mi un dilema, no sé si es ético o no, seguramente lo sea, ¿pero quien soy yo para valorarlo como tal? El caso es que tengo pensado utilizarlos, pero no sé por donde empezar.

Se me ocurren unos cuantos macarras de la moral para comenzar a inyectarles estos dardos, ¿pero estaríamos preparados a escuchar toda la verdad?, ¿Y cuales serían las preguntas adecuadas para hacerles?, y una vez encontradas las preguntas adecuadas, una vez formuladas, y una vez contestadas, ¿creéis que estaríamos dispuestos a sufrir tal dosis de realidad?, quizás con ello estaríamos abriendo la puerta al caos, a la locura, al sin sentido, ¿Cómo encajaría en las diferentes miles de millones de personas por todo el mundo la verdad como tal?, y me refiero a la verdad tan solo de lo ocurre aquí, ahora, en este momento, no me refiero a la verdad del ayer, o la verdad del mañana. A destapar todo lo que nos rodea, desde los misterios más pequeños a los más grandes, desde la mentira más insignificante a la más importante, de los secretos inconfesables, de aquello mas oculto, sobre aquello que concierne al ahora. Pero ya puestos porque no descubrir también los documentos sobre el ayer, sobre el pasado, indagamos y alcanzamos a ver cuanto ha sido ocultado, cuanto ha sido cambiado al servicio de los de siempre, de los de mas arriba. Y ya que estamos de camino porque no vamos mas allá, y damos a luz el gran enigma de la humanidad, ¿quiénes somos?, ¿de donde venimos?, ¿cuál es nuestro origen?, ¿y que macabro destino se nos tiene preparado?, y por supuesto no podía faltar la gran pregunta que seguramente todos harían, ¿existe o no existe Dios?. Claro que todo esto estaría genial, ¿pero a quien o como habría que inyectar el dardo o los diversos dardos para que nos fueran contestadas tales cuestiones?. Ahora pongamos por caso que toda esta información del ahora, del ayer, e incluso del mañana es enseñada de golpe, así como si nos echaran un jarro de agua fría a la cara mientras nos encontramos durmiendo en nuestra cama. ¿Alguien es capaz de imaginar las consecuencias de ello?, ¿de que manera asimilaríamos tantos datos de golpe? Seguramente se crearía tal desorden que seria ingobernable, imposible de controlar, seguramente estaríamos ante la confusión llevada a su último extremo, seguramente habríamos destapado la caja de pandora.

Ahora bien esa es una de tantas alternativas que se me ocurren al tener en mi poder los dardos de la verdad. ¿qué sucedería si nos los inyectáramos en nosotros mismos? ¿estaríamos preparados a escucharnos, a decirnos continuamente la verdad, a vernos a todas horas, a todos momentos ante el espejo de la verdad? ¿Se podría vivir con ello? ¿o nos resultaría angustioso, e incluso perjudicial para nuestra salud?. Sería algo así como sentar en la misma mesa a nuestros demonios, nuestros fantasmas, con nuestros Ángeles de la guarda, y por supuesto con el protagonista principal nosotros mismos. Pero ahora imaginar por un momento que dichos dardos, en vez de dispararlos contra los macarras de la moral o nosotros mismos, los inyectamos sobre nuestros amigos, sobre nuestros seres queridos, nuestra familia, e incluso contra los conocidos, con aquellos que están día a día en nuestra vida pero no nos importan como los nuestros, por ejemplo compañeros de trabajo, jefes, etc... hasta que nivel podríamos aguantar la verdad de nuestros amigos, de nuestros familiares, y sobre todo, hasta que nivel podríamos aguantar lo que realmente opinan o han opinado en ocasiones sobre nosotros mismos, ¿si resulta que aquellos en que mas confías y mas quieres no sienten por ti lo que tu esperabas?, ¿lo soportaríamos?. Y de aquellos que nos importan menos podríamos aguantar si resulta que alguno de ellos nos infravalora, nos etiqueta de torpes o cabrones, o gilipollas, o un sin cerebro, o simplemente nos menosprecia. Podríamos ser capaces de tolerar dicha agresión psicológica sobre nosotros mismos. Como reaccionaríamos ante tales afrentas, ¿con raciocinio o sin el?. Ahora enredemos mas la madeja, haciendo la siguiente conjetura, que sucediera si todo, todo el mundo tuviera inyectado un dardo de la verdad. Sería de locos andar por la calle, resultaría insoportable a todas horas oír la verdad, menuda pesadilla nadie podría dejar de decir lo que piensa, con todas las terribles consecuencias que eso conllevaría, quizás entonces nos toparíamos con el absurdo disfrazado de diablo.

Por suerte no tengo esos dardos de la verdad, solo con pensar lo que podrían desencadenar y en el arma de doble filo que serian, me da escalofríos tan solo tener uno de ellos en mi mano. Creo que es bueno que la verdad vea la luz, sobre todo en esta oscuridad que a veces nos gobierna, también creo que es bueno allanarle el camino, y facilitarle las cosas, pero también tengo claro que el modo a seguir nunca será disparando los dardos de la verdad.

Saludos y gracias.

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