SEÑORES PASAJEROS

Señores pasajeros bienvenidos al vuelo hacía ninguna parte, aunque siempre hay un destino esperando, un lugar donde bajarse y comenzar a andar. 

Señores pasajeros como os iba diciendo el acompañante de la derecha reclamaba ayuno a una azafata que se dejaba ver, mientras dos asientos más adelante a un grupo de amigas no les importaba que el azafato fuera una y otra vez a venderles cuentos de hadas en productos cosméticos. Un niño lloraba el trágico devenir que es ver como tus caprichos se caen por la borda, y en el ala derecha un duende azul anunciaba cambios y variables que se le escapaban a las cartas de tarot que cada uno de nosotros teníamos sobre la mesa. En el ala izquierda un gigante de más de dos metros y medio mediaba entre las riñas pre adolescentes entre un joven demonio todavía sin tridente con tres puntas y un Ángel a punto de conseguir su segunda ala. 

Allí abajo, por debajo de las nubes, donde todavía tienes la posibilidad de cazar mariposas para luego soltarlas en libertad, estarás tú, con tu sonrisa de cristal que se rompe cada vez que el hombre del tiempo anuncia tormenta, relámpagos y copos de maíz, como si fuera una tragedia griega, porque la llegada de Superman todavía tendrá que esperar. Fíjate bien cuando mires hacía arriba las noches que haga frío y eches de menos un abrazo que te arrope, y quizás ahí creas encontrarme, probablemente estaré ya de vuelta y se te haya pasado el enfado de ver caer el mundo en pedazos tal como lo relata el hombre del telediario, cuando llegue te darás cuenta que todavía estamos a punto de construirlo de nuevo como nos hubiera gustado, aquí o en cualquier otra parte. 

Señores pasajeros el capitán de abordo anuncia inseguridad en las turbulencias de Matrix, es el momento de elegir la pastilla azul o la roja, y el azafato les promete a las jóvenes damas que él tomará la que ellas elijan, mientras mi acompañante me ha prometido que sigue sin saber el color de los ojos de la azafata por culpa de su escote, y yo mientras estamos dejándonos caer sobre la pista de aterrizaje prefiero imaginarme una isla desierta, un lugar perfecto para recuperar los paraísos perdidos que jamás tuvimos entre nosotros dos. 

Señores pasajeros ya hemos llegado a ninguna parte, esperemos que les haya encantado el vuelo, el mapa me dice que mi punto elegido se encuentra en Valencia por periodo de una semana. Es hora de recuperar viejas añoranzas y nostalgias, y que difícil es acostumbrarse a echar de menos. 

Saludos y gracias

4 comentarios:

  1. Lo de acostumbrarse a echar de menos... no quiero ser negativa... pero es imposible.
    Un bonito viaje. ¿Preparados para despegar?
    Besazos

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  2. Bienvenido y feliz estancia.
    Un abrazo

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    1. Muchas gracias!!! Aunque una semana se pasará tan pronto... Que la opción más acertada es disfrutarla a tope, porque luego ya se sabe, volver a acostumbrarse a echar de menos...

      Un abrazo

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