LEADENHALL MARKET




Hoy he soñado despierto, no me ha hecho falta cerrar los ojos para imaginarme que igual que ocurre a veces en las películas, en esas que tienen un final feliz, me encontraba igual que el protagonista sentado en una terraza, la ciudad se llamaba Londres, supongo que en algún lugar del centro de esa gran urbe, en un café de esos que tienen la fachada pintada de rojo, y un letrero en letras amarillas para hacer contraste, algunas mesas metálicas, acompañadas de sillas pares en la calle para crear un pequeño espacio al aire libre, en uno de esos pasajes peatonales, céntricos y que no se ponerle nombre.

Allí estaba sentado, acomodado junto a un libro que me contaba las putadas que hicieron los milicos en Argentina, que cabrones, y calmando la sed con una cerveza negra, hacía buen tiempo por eso las gafas de sol no sorprendían a los otros viandantes, a una hora donde el lugar elegido se encontraba bastante concurrido, y a lo lejos alguien depositaba ilusión soltando algunos acordes acompañándolos de una letra que entendía a trazos, una canción de amor de esas desesperadas, pero que al final si crees en ella tiene un final esperanzador.

El caso es que tú no sabías que había ido a buscarte, a resumirte en cuanto pudiera estrecharte entre mis brazos cuanto te echo de menos y que difícil me resulta sopórtalo. Pero no te diría nada de eso, no merece la pena desaprovechar el tiempo contando penas y tristezas, estoy cansado de compadecerme de mi mismo, me aburre, me aterra. Me callaría y te pondría la mejor sonrisa que tengo para escucharte, y que me contaras como te va por allí, y que si quieres una cerveza que yo te invito, y luego si quieres aunque no conozca la ciudad, cogidos de la mano te la puedo enseñar a mi manera, quizás torpe, pero es de la única manera que sé hacer las cosas.

El momento del encuentro sería igual que en las películas, que digo yo mejor, porque esta vez tú y yo seríamos los protagonistas, una vez más la realidad superaría a la ficción, pero esta vez para mejor. Yo estaría ahí, donde te he dicho antes, haciendo como que leo, aunque no sea cierto, porque un gusanillo de luz me pasaría por el estomago recordándome que en breve aparecerías al principio de la calle, con uno de esos sombreros que te quedan tan bien, y con tu sonrisa cautivadora, y que le da sentido a mi vida. Entonces yo me levantaría con pasos torpes, porque los nervios de la emoción provocarían que trastabillara, y me quedaría unos segundos observándote, que los guardaría para mí para siempre, para luego llamarte por tu nombre y decirte he venido a buscarte porque sin ti me encontraba perdido. Y tú me mirarías al reconocer mi voz sorprendida, y por un momento el mundo nos otorgaría el placer de quedarse parado para que lo disfrutáramos tú y yo al margen de todo lo que lo rodea.

Luego vendría lo que ya sabemos porque ya lo he escrito más arriba, un día perfecto para nosotros dos, porque nos merecemos eso y más cosas que algún día vendrán si seguimos creyendo, te estrecharía entre mis brazos, te invitaría a una cerveza, y te escucharía, para luego llevarte a conocer una ciudad desconocida, al menos para un servidor. Hasta que alcanzáramos junto al Támesis una puesta de sol entrañable, para dar paso a una noche que lo que ocurriera allí queda reservado para nosotros dos, una vez hayan pasado los títulos de crédito y yo todavía ande soñando despierto.




Saludos y gracias

1 comentario:

  1. Hola, Inmigrante, llegué aquí a través de un amigo en común. En realidad, tenías varios blog, pero elegí este.
    Me gustó tu espacio, voy a quedarme como seguidor, si tienes ganas, puedes darte una vuelta por el mío.
    Un cariño.

    www.humbertodib.blogspot.com

    ResponderEliminar