REFLEXIONES DESDE UN AVIÓN



Estoy a no sé cuantos metros de altitud hay donde el mundo parece tan pequeño, tan virgen, tan iluso, tan poco codicioso. Es entonces cuando uno se pregunta como podemos ser tan brutos, tan salvajes, algo tan hermoso, tan bello, y nosotros destruimos sin apelativos, ya sea por desidia o por un maldito virus llamado ansias de poder. Pero hoy no toca hablar o al menos intentarlo de los funcionamientos imprevisibles y malditamente locos de aquellos que mueven los hilos desde arriba, tratándonos como marionetas sin tan solo habernos pedido permiso.

Ahora mismo me hubiera gustado que el destino de mi avión fuera diferente, no porque tenga nada personal con nadie. Sino porque hace poco más de una semana mi cuerpo dijo basta. Motivos, exceso de excesos, y un ritmo de vida muy acelerado. Es que a veces hay que saber escuchar lo que nos pide a gritos nuestro cuerpo, y cuando nos dice basta, más vale escucharlo que intentar exigirle más de lo que puede dar. Han sido cuatro días donde sin poderlo evitar caí en un agujero oscuro, y lo único que podía ver a lo lejos eran nubarrones que cubrían el desdichado cielo. Que lloraba por verme tan triste, tan fatigado. Aunque por suerte parece que encontré una salida, y que el cielo comienza a despejar, uno no puede dejar de pensar por lo que acaba de pasar, un pequeño gran susto del cual no se puede olvidar así como así. Es por eso la razón de que si pudiera elegir ahora mismo me encaminaría hacia un lugar perdido, allí tranquilo, sin turismo, en soledad pero con la agradable compañía de................ojalá pudieras estar ahora mismo conmigo, que le voy hacer si te.............¿El lugar? A poder ser que tuviera una playa virgen, y prácticamente vacía para nosotros dos y acceso a Internet para poder adentrarme escribiendo en mis sensaciones tan a flor de piel que he vivido estos días, tan nostálgicos, tan tristes, tan melancólicos, y a la vez tan maravillosos aunque ahora mismo me es imposible percibir porque tuvieron ese punto de especiales. Eso es lo que realmente me gustaría, estar volando hacía ese lugar que solo existe en mi cabeza, y que tú estuvieras a mi lado. Para no volverme a perder, para volverme a encontrar, porque contigo es más fácil que si lo tengo que hacer yo solo. Pero como el hombre no puede vivir solo de sueños, está obligado a poner los pies sobre la tierra, me toca volver a la realidad que me acontece. Estoy de camino hacia Valencia, para dos semanas y media aproximadamente. Especialmente porque el Sábado se casa mi hermana. Aunque tengo que reconocer que dado los acontecimientos vividos la última semana, donde me bloquee mentalmente y no fue todo lo bien que me hubiera gustado. Donde repito mi cuerpo dijo basta. Necesito en parte un cambio de aires, unas vacaciones para reflexionar.

Aunque ahora miro atrás y siento que ya se ha pasado todo, que han sido unos días caóticos, frenéticos, donde no podía pensar mucho más allá que todo lo relacionado con esta locura perteneciente a un lado oscuro que no quiero volver a encontrar nunca más a poder ser. Otra vez me vuelve a pasar, vuelvo a Valencia y son muchos los sentimientos que se enfrentan a la vez, que se despegan de las paredes de mis entrañas y convulsionan unos con otros, se contradicen, se animan, se contagian, se sonrojan, se lastiman, se consolan, se entienden, se comunican, y ante tanta dialéctica acaban manteniéndose en su estado natural de incertidumbre constante. Hasta que se vuelven apaciguar, a dormir, y me dejan tranquilo, porque aun no soy capaz de controlarlos, me superan por momentos. No, no son malos, todos lo contrario son sentimientos en ocasiones de un quiero imposibles, de nostalgia del pasado, de amores imposibles, de ojalases, de que bien me siento, de quiero esto, pero también aquello...........y sobre todo de uno por encima de otros, ojalá pudiera perderme de vez en cuando en cualquier lugar del mundo que quisiera, que eligiera, con mi portátil en mano, y escribir, no parar de escribir durante días, dos semanas, tres, cuatro, las que me hicieran falta. Para desintoxicarme del mundo, quizás de mí mismo, sobretodo para hacer algo que siento que sé hacerlo bien y me hace sentirme tan bien. Reflexionar sobre estos cinco meses frenéticos, cinco meses desde Febrero hasta ahora que serán inolvidables, aunque lamentablemente no le pude poner la guinda al pastel como me hubiera gustado porque no supe dosificarme, porque no supe controlarme. Cinco meses donde han dejado muchas cosas positivas, unas personas maravillosas, muchos y grandes recuerdos, muchas vivencias, y donde además una vez más conseguí el reto de mejorar un poquito, aunque sea un poquito laboralmente, en un trabajo que me encanta, me apasiona, pero como todo en la vida también necesita su desconexión por lo intenso que es. Cinco meses en los cuales se acabo mi travesía finalmente por la isla del canto de las sirenas. Porque aunque he disfrutado mucho, y he devorado placeres que incluso algunos de ellos desconocía me he dado cuenta que para una temporada genial, pero que para toda la vida no es lo mío. Me ha encantado y envidio a la gente que vive el día a día sin pensar más allá que en el momento, sin prejuicios, al borde del abismo constantemente, sin decir basta a sus impulsos, a sus estímulos. Yo he vivido así durante cinco meses, y tengo que reconocer que ha sido un placer probarlo, pero no es lo mío. No, no es algo con lo cual pueda vivir toda una vida. Creo que al menos yo necesito tener siempre un rumbo hacía donde dirigirme.

Ahora mientras múltiples sensaciones, sentimientos, que no soy capaz de desenredar del todo y clarificar se cruzan y se golpean dentro de mi cabeza. Me doy cuenta que necesito unos días para volverme a reencontrar, volver a dirigirme hacia un rumbo seguramente incierto y nada vinculante, pero en definitiva un rumbo, un sentido, aunque quizás a mitad de camino deje de ser lo importante que pueda ser al inicio, tal como me ha pasado otras veces, o quizás sea el rumbo definitivo, ¿quién sabe?. Lo que tengo seguro es que sino voy tras el nunca lo averiguare. Volver a definir con exactitud que es realmente lo que quiero, porque todo no se puede querer y poseer. Pero sobre todo, darme cuenta de lo que he disfrutado estos cinco meses, guardarlos en un rincón muy muy especial dentro de mí. Lo más importante de todo volver a disfrutar de la vida, y volver a darme cuenta de lo maravillosa que es y no permitir jamás que nada ni nadie me lo haga olvidar, ni tan siquiera porque me caiga en un maldito agujero negro.

Eso sí, mientras doy por acabado este texto desde miles de metros de altitud un último pensamiento me viene a la mente y eres tú. Te echare de menos.

Saludos y gracias

1 comentario:

  1. No me tienes que dar las gracias por seguir tu blog.
    Oye todos nos caemos a veces, pero lo mas importante es saber levantarse. Y realmente siempre cuando buscamos un sitio apartado, sin nadie alrededor, es porque realmente nos queremos alejar de nosotros mismos. Pero para que gastar la energía pensando en cosas imposibles. Así que El inmigrante de los versos centrate y esta vez, sin inmigrar hacia ninguna parte, recoge todas tus fueras para crear un plan nuevo y seguir pa delante. Lo mejor es cuando notamos que avanzamos.
    P.D. Te recomiendo la playa. Dar un paseo cerca del mar, te hará genial. Las olas ayudan a pensar pero no dejan que te vuelves loco. Aprovecha tu estancia bien.
    Que tu tierra te ayude y quien sabe …..................... a lo mejor hasta la próxima...........

    ResponderEliminar