CIRCULOS ABIERTOS CIRCULOS CERRADOS

Hace unos días que llegue de Katowice, y si no he escrito antes ha sido porque me he colapsado a la hora de poder contar algo al respecto. Ha sido algo así como bajar de una nube sin paracaídas, y sin calcular los riesgos que ello conlleva. Cuesta de repente pasar de hacer algo que tanto tiempo había soñado, a volver a encontrarme con lo que uno conoce. Cuesta dejar de pensar en que me gustaría volver a levantarme, recorrer las calles de Katowice (por cierto una ciudad que no da para mucho, en serio, en una hora la tienes vista, ¡va! Démosle dos horas no vaya a ser que me tiren encima a los buitres) ver su manada de aficionados, por todos los rincones, con sus bocinas, con sus ganas de hacer ruido, con sus ganas de disfrutar del baloncesto y pasar un buen rato a su costa. Las ganas de encontrarte algún que otro grupo de aficionados, sentarte con ellos en una terraza cualquiera, y entre cerveza y cerveza hablar de baloncesto, e ir calentado motores para antes del partido, y de vez en cuando hablar de la vida, y que te cuenten que si España esta puteada por la crisis, que si que España quizás no sea el paraíso, que no es perfecta, pero lo que uno ya sabe que como España hay muy pocos lugares. Sus gentes, su cultura, sus distintas variables, y son muchas y muy amplias, atraen, realmente nunca sabes lo que tiene, no sabes explicarlo, pero sabes que es imposible no echarla de menos y sentirse orgulloso de pertenecer a ella. Las ganas de volver a ponérsele a uno los pelos de punta cuando se encuentra dentro del pabellón de Katowice, allí de pie, junto a miles de aficionados españoles, porque venir, vinieron muchísimos, ¡fue increíble! Y ver como estallábamos nuestras ganas de apoyar a la selección española con diferentes cánticos, abonados al rojo y amarillo para llamar la atención y que se notase que estábamos presentes. Y, disfrutar, disfrutar mucho, porque nos lo han hecho pasar de maravilla, ¡jo¡ Chico ni en el mejor de los guiones había escrito algo igual de maravilloso. Fueron dos partidos, semifinales, y la final. ¡Que decir del último! ¡Ya puedo tachar una cosa más! De esas listas de sueños imposibles que uno quiere realizar antes de que la vida se lo lleve a otro lado. No tiene precio, ni palabras existen para describir lo que uno siente cuando ve como se entregan las medallas de oro a los jugadores españoles y los coronan como campeones de Europa. No tiene precio, ni palabras, haber tenido la suerte y el inmenso placer de ver ganar el oro a estos increíbles jugadores. Nunca lo olvidare. Ojalá en el futuro, se me pueda presentar una oportunidad parecida a esta y la aproveche igual o mejor que en esta ocasión.


Ahora uno cabezón irremediable, se le antoja volver atrás, y volver a repetir esos tres días intensos y mágicos, ahora que uno ya conoce el “happy end” quiere volverlo a vivir pero con la ventaja que otorga el conocimiento de lo desconocido. Volver a tomar cervezas de bar en bar, hablar de baloncesto, de lo efímero y eterno de la vida, de cosas intrascendentes, y disfrutar, volver a disfrutar del baloncesto. Pero un servidor por más cabezón que sea sabe que es imposible, y se resigna a la dictadura que nos marca las leyes físicas del tiempo y el espacio. Por lo demás no dejo estos días de ver el futuro más próximo, y ya con los pocos días que me quedan antes de entrar al tajo como toca y quedarme con poco tiempo para la autorreflexión, analizo y moldeo para que todo salga genial. Intento encontrar la formula perfecta que me haga disfrutar de nuevo. Eso sí, porque no me ha quedado otra que recurrir al plan B. Bueno realmente, ahora que lo pienso siempre he vivido del plan B. A veces del C y en las ocasiones más extremas del D. Estos dos últimos no los recomiendo para nada. Aunque esta vez quizás por ingenuo o por ser irrespetuoso con mis grandes esperanzas sentí tan de cerca haber alcanzado el plan A. Por lo visto me dieron las coordinadas equivocadas, una vez más. O quizás de nuevo no supe interpretar los enigmas que se presentaban delante mí. ¿Algún día encontrare la solución? Espero que sí..........


¿Acaso no es ya la hora de cambiar de baraja? Y dejar apartadas estas cartas sucias, pegajosas y envejecidas de tanto uso. ¿Acaso no es ya la hora de cerrar círculos? Hacer balance, dejar a cero el nivel de cuentas, y empezar de nuevo, abrir nuevos círculos y nuevas aventuras. ¿Acaso no es ya la hora de presentarme de nuevo, de conocer lo desconocido o de renovar lo que uno ya conoce?. Quizás me obsesiono con mi predisposición al cambio, a no dejar de reinventarme, de no dejar de querer mejorar, de querer conocer nuevos limites, de demostrarme ciertas cosas que tan solo ciertos lugares y espacios me pueden enseñar. Y en cambio últimamente siento que me quedo a mitad camino de todo, de lo que tengo y de mis nuevos horizontes, y una vez más me da miedo quedarme en tierra de nadie y no saber que hacer. Mientras tanto para olvidar tanto bullicio y tantas pajas mentales, me recreo en los recuerdos, y esta vez saco mi particular armagedon contra el tiempo y el espacio. Retrocediendo unos cuantos días me imagino que estoy de nuevo en Katowice, entre cerveza y cerveza, apunto de entrar al pabellón, y esta vez como ya sé lo que va a pasar, entro tranquilo y con una sonrisa que expresa lo que va a suceder en poco más de dos horas. Y me preparo para ver lo que tanto tiempo atrás había soñado y al fin pude ver cumplido. ¡Campeones!


Gracias. Dedicado a la selección española de baloncesto.


Saludos y gracias.







1 comentario:

  1. Saludos desde Ibi, Alicante.
    Aquí también echamos de menos a las 'polacas'. Esas cervezas polacas antes de los partidos, y después de los partidos, e incluso entre partidos.
    Pero se nos ha quedado un buen sabor de boca, aparte de por la cerveza, por el campeonato en sí, y por la gente que hemos conocido. Gente como tú y como Ania que nos habéis hecho la estancia aún más agradable, si cabe.
    Gracias por todo, y nos vemos en la próxima.

    Por cierto tenemos algunas fotos con vosotros, si quieres que os las mande facilítame algún mail.

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